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miércoles, 23 de diciembre de 2009

EL CANGREJO DEL PASEO





La fuerte borrasca de lebeche le impidió salir de pesca submarina. Así que pasó todo el día metido en su pequeño apartamento. Debería haberle limpiado el estanque a sus peces, pero no tenía gana. Estaba de mal humor debido al mal tiempo que le impedía bucear. Al anochecer salió muy abrigado con gorro de lana, guantes y bufanda, a dar un paseo de una hora para bajar un poco el colesterol.
Ya volvía de pasear por los pocos trayectos que había junto a la mar, cuando divisó algo en el suelo que le hizo pararse para observarlo detenidamente. Se trataba de un cangrejo de mar que andaba por el paseo de losas, muy lejos del agua de la mar, la cual quedaba distanciada unos cincuenta metros. Pensó que aquel cangrejo era una especie de anfibio que podría, tal vez, vivir en su estanque de agua dulce con sus peces, a pesar de ser un cangrejo de mar. Pero, tal vez por la ley de Darwin, aquel cangrejo pudiese adaptarse al tipo de agua de su estanque y vivir, en sintonía, paz y armonía, junto a los peces, comiendo los detritus que aquellos expulsaban a las aguas del estanque. Y tal vez de esta forma, con la ayuda de aquel cangrejo se evitaría tener que hacer una limpieza en profundidad del estanque cada diez días.
Siguió andando dejando al cangrejo allí. Pero, lo pensó mejor, volvió sobre sus pasos y buscó de nuevo al cangrejo. Estaba lejos, pero le encontró. Con la ayuda de un trozo de caña, arrojado por los temporales de la mar al paseo, introdujo al cangrejo, que se resistía, dentro de su gorro de lana, para después taparle la boca para que no escapase el cangrejo.
Continuó andando de vuelta a su casa. Pero otro objeto mas grande le paró en seco. Se hallaba también en el suelo y se trataba de otro cangrejo sobre las frías losas del paseo. Este cangrejo era de mayor tamaño que el que llevaba dentro del gorro de lana. Pensó que una pareja de cangrejos, si lograban aclimatarse a su estanque podrían tener descendencia en cautividad. Y tal vez pudiera formar en su pequeño estanque una colonia de cangrejos de agua dulce, pero con la fisionomía del cangrejo de mar. Bueno, ¿quien sabe?, igual con el tiempo aquellos cangrejos se convertirían en centollos o centollas, que harían buenas paellas de marisco para chuparse los dedos. Así que metió al cangrejo en su gorro de lana, junto al otro cangrejo. Tapó la boca del gorro y se marchó a casa.
Cuando llegó, metió los dos cangrejos en su estanque de agua dulce. Y vio como los cangrejos iniciaban una huida adentrándose en las cuevas del estanque.
Esperaba que sus peces y los dos cangrejos viviesen en paz, sin peleas y sin agresiones, compartíendo todo lo que del pequeño estanque se pudiese extraer, algas, desperdicios, comida, etc.

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