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jueves, 24 de diciembre de 2009

DÍA DE NOCHEBUENA












Era su segundo día de vacaciones. El temporal de fuerte viento y lluvia no remetía, sino que aumentaba, por ello tampoco podría bucear.
Pensaba hacer compras para tener la despensa llena los días de vacaciones. Necesitaba yogour líquido, bebida que constituía su desayuno y su cena. También necesitaba comida para sus peces de estanque.
Se estaba preparando para ir al supermercado de Cabo Palos, cuando recibió una llamada de la nueva compañía de adsl y de teléfono, le indicaban que tenían un regalo consistente en una TDT. Pero les dijo que hasta el día 12 no terminaba sus vacaciones. Así que tendrían que esperar para entregarle el regalo. No había problema le dijeron.
Pero cuando ya estaba llegando a Cabo de Palos, en vez de desviarse para ir al supermercado, cambió el rumbo y se encaminó a Cartagena. Tenía que hacer varias gestiones, y era el día propicio, pues no podía bucear. Cobraría la pedrea de la lotería, haría una transferencia bancaria sin transferencia para que no le chuleasen su dinero un día los bancos. Es decir, lo sacaría por el cajero de un banco y lo ingresaría por la oficina del otro banco. Así podría disponer del dinero el mismo día. Recogería el premio de la TDT obsequio de la nueva compañía telefónica. Esta ya le había regalado el router wiffi, además de un teléfono y un usb, por si quería utilizar su pc portátil desde cualquier punto fuera de su domicilio, pagando solo 2,90 euros por día de conexión a Internet. Por supuesto que no lo iba a utilizar, pero lo que daba aquella compañía telefónica, no lo daba la timofónica con la que llevaba casado ya cuatro años. Ya era hora de divorciarse de la malvada timofónica. Igual que se divorció el año pasado de la malvada caja de ahorros que le chuleaba su dinero indecentemente. También este año, rebajó su cuota del seguro de su coche en 100 euros, y otros 30 euros se iba a ahorrar por cambiar de cochera para su barco, de 90 euros pagados religiosamente cada mes durante tres años y medio, para gozar de una miserable cochera con goteras que estropeaban el motor de su barca, pasaba ahora a una cochera mejor, sin goteras y además 30 euros mas económica. Todo para él era una lucha incansable para eliminar de su alrededor elementos perniciosos, nocivos y abusadores. Lo estaba consiguiendo poco a poco. Con tesón, paciencia y mucha fuerza de voluntad, iba cortando lianas de gente sin escrúpulos y compañias mercantiles cuyas actuaciones rayaban la estafa y el engaño.
Cuando llegó, puso en el microondas una docena de gambas que previamente había descongelado, les echó por encima un chorro de limón, les partió unos ajos y dos guindillas, y les roció con un poco de aceite virgen de oliva. Las metió en el microondas cuatro minutos, y comenzó a comer sus gambas a la plancha hechas en el microondas. Hizo otro tanto con el plato de los mejillones, que durante cinco minutos de microondas se convirtieron en mejillones al vapor listos para ser comidos con un poco de limón. Una cerveza y un vaso de vino fino, acompañaron a su espartana pero cualitativa comida de mediodía. Dos kiwis fueron su fruta. Y para rematar se tomó dos cordiales hechos por su amiga Angy que era una buena confitera y cocinera. Una copa de brandy de Jerez junto con el tabaco de su pipa, le hicieron penetrar en la siesta.
Le despertó la compañía de teléfonos, querían confirmar los datos de la cuenta bancaria. Pero les dijo que pasaría por la oficina, que por teléfono no daba datos que ya había facilitado en la oficina, que no se fiaba de quien le llamaba. Pensó que menudas estafadoras son las compañías como para fiarse de alguien que te pide datos de tu cuenta por teléfono en nombre de la compañía telefónica.
Se levantó, se tomó su te rojo y verde, le echó de comer a sus peces en el estanque y se marchó de paseo durante una hora. Cuando volvió del paseo, se tomó unos frutos secos y un vaso de yogour líquido. Esa había sido su cena de nochebuena.
Sonó su teléfono móvil. Un mensaje de sus hijas deseándole feliz noche había quedado grabado. Les contestó deseándoles lo mismo.
Así había sido su día de nochebuena.




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