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lunes, 9 de noviembre de 2009

EL RETARDO MALICIOSO DE LA CURACIÓN POR PARTE DE LOS AGENTES DE UNA ALVEOLITIS SECA




Habían pasado siete días desde la exodoncia del tercer y último molar. Él había pensado que al día siguiente se encontraría ya bien, cuando su muela estuviese separada de su maxilar inferior. Pero, por desgracia para él, no todo iba a suceder como pensaba. Esta vez tampoco lograría la paz normal a todo hijo de vecino cuando erradica la causa del mal. En esta ocasión el mal del remedio reemplazó a la raíz del propio mal originario. El famoso dicho de que el remedio es peor que la enfermedad.
La muela causante de dos meses de suplicios y terribles dolores continuados, día a día, ya no estaba con él. Pero, como si fuese una maldición de la propia muela, que aquel día se resistía a dejarse extraer, ahora el dolor continuaba por culpa de una alveolitis seca, por falta de coagulo cicatrizante, probablemente debido a la falta de riego sanguíneo y a su elevada hipertensión, o, tal vez, debido al veneno vasoconstrictor de la propia anestesia local utilizada en la extracción del molar. Sea como fuere, llevaba otra semana añadida de analgésicos y antiinflamatorios, añadida a las dieciséis semanas anteriores. Semanas en los que el efecto calmante de los antidolorosos apenas si se notaba dos o tres horas, mientras el resto del tiempo hasta la siguiente toma, cinco o seis horas, los pasaba rabiando de dolor insoportable y agudo.
El dolor irradiaba la garganta, toda la mandíbula y la articulación de la propia mandíbula. La noche anterior, no pudo apoyar su cara contra la almohada. Por si ello fuese poco, los estragos de los antiinflamatorios o los diablos envenenados difíciles de identificar habían hecho acto de presencia aquella noche, jodiéndole el estómago. Una terrible sensación de ganas de vomitar y dolor mandibular, le impidieron conciliar el sueño. Al día siguiente, acudió a la consulta del estomatólogo, el diagnóstico era implacable, necesitaba mas días para que aquel dolor desapareciese. Tal vez otra semana mas. El hueso de su maxilar inferior al descubierto tardaría días en ser cubierto y engullido por el tejido de la propia encía. El pozo sin fondo que se hallaba cubierto de tejido necrosado y purulento, fétido y maloliente, tardaría más días produciendo ese terrible dolor, mientras no cicatrizase. Los malditos analgésicos y antiinflamatorios, debería seguir tomándolos varios días mas, a pesar de sus cortos efectos benéficos casi desapercibidos y los estragos perniciosos que evidentemente se estaban instalando ya en su organismo.
Todo parecía que iba a acabar, pero probablemente se encontraba en el ecuador de sus sufrimientos. Estos aún no habían llegado a su fin. Los agentes patológicos de la alveolitis seca y el hueso mandibular al descubierto en contacto con todos los agentes irritantes existentes en la boca, imponían su dictadura del dolor insoportable. Habría que esperar mas días. La curación estaba por llegar.

1 comentario:

  1. Hola ...tengo la senación descrita por el protagonista del relato , pense que hablaban de mi , y de está pequeña maldición dental que se ha inscrustado en mi boca , sólo quiero despedirla porque este dolor es insoportable , no puedo pensar , y tengo que estudiar .
    casos en un millón y la pregunta del por que me ocurrio a "mi" es inevitable .
    mañana sin falta ire a visitar a ese carnicero .

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